
El surco está abierto, y tu suave hondor
Bajo el sol semeja una cuna ardiente
¡Oh, labriego, tu obra es grata al Señor!
¡Echa la simiente!
Nunca, nunca, el hambre negro segador
A tu hogar se llegue solapadamente.
Para que haya pan, para que haya amor,
¡Echa la simiente!
La vida conduce, rudo sembrador,
Canta himnos donde la esperanza aliente.
Burla la miseria y burla al dolor,
¡Echa la simiente!
Gabriela Mistral