domingo, 16 de mayo de 2010

ADIOS DEPRESION

saludo real

Poema de reflexión. Es un contraste entre la vida desesperanzada y la vida que halló en Dios la razón de la existencia.

Depresión, amarga musa de este siglo, de ti me río.
Cuando un poder superior al tuyo me libertó
yo te arrojé, con mis cosas detestables, al olvido,
tierra de donde no puedo recibir ni aún tu voz.

Desde entonces el gozo es mi constante,
mis problemas, aunque míos, los delego
sobre unos hombros poderosos y amantes
que los toma y soluciona a su tiempo.

Ah, depresión, soy muy dichosa sin tu influencia;
aunque sé muy bien que eres, más que causa, resultado;
y si te he traído nuevamente a mi conciencia
es porque he visto cómo a otros vas matando…

Son las vidas sucias, vanas y vacías de otros seres
tierra fértil para tus ruines ideales;
con tu amo destruyes lo que quieren,
y haces que se sientan despreciados, marginados, ¡miserables!

¡Ah, si he podido ver el sello de tu monstruosidad
en las vidas segadas por sus propias manos;
tú las tornas imponentes, mientras que tu utilizador, satanás,
oculta de ellos la Verdad para que vean la muerte como único paso.

¡Si hasta te han dado un nombre honorable!
¡los sabios del mundo (que son encubridores)te llaman enfermedad;
Y han levantado, para con la atea ciencia erradicarte,
psiquiátricas, terapeutas y psicológicos como arena del mar.

Solución sin Cristo ellos ofrecen,
y tú te burlas de lo que sabes son intentos vanos,
mientras que con cada decepción te fortaleces
y de insoportable angustia el corazón vas llenando…

Pero sabe, aterradora depresión,
que yo no he de encubrirte, sino que gritaré
a esas almas por las que se inflama de amor Dios,
que ellas te pueden de sus vidas raer!

¡Mirad, sí, mirad, almas dolidas
que Dios bajó para vendar vuestras heridas!
Es Cristo, el Señor, que hoy os llama.
Sabe vuestros nombres, vuestros torcidos caminos,
Mas… no temáis, ¡Él os ama!
Y quiere cambiar vuestros siniestros destinos.
Inclinad reverentes vuestros rostros
Y así orad para Dios y vosotros:


“Dios bendito, reconozco mi mal proceder,
que alejado de ti quise mi camino hacer;
pero hoy sólo veo que voy a la ruina
y quiero la puerta de mi corazón abrir,
aceptando a Jesucristo como Salvador de mi vida.
Creo que creyendo en Él, Tú me aceptas a mí.
Gracias, mi Señor, me has hecho tu hijo.
En el Nombre de Jesús estas cosas te digo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.