lunes, 25 de julio de 2011

Maestra


¡Maestra! Después de Dios
y de nuestros padres,
que nos brindaron vida y fe,
lo debemos todo a vos.

Lleváis la pesada cruz
del duro trabajo,
pero nos guiáis por buen sendero
y nos hacéis ver la luz.

Esa luz que es la verdad,
luz de suma excelsitud:
esa luz que es la virtud,
¡luz de eterna claridad!

¡Maestra! pues os queremos,
hay justicia: en nuestro ser
el vuestro infundís, y al ver
lo bastante que os debemos,
os damos el corazón,
nuestra alma pura y serena,
nuestro afecto e ilusión:
¡toda esa larga cadena,
eslabón por eslabón!


Rubén Darío

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Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.