viernes, 6 de febrero de 2015

En la casa de mi abuela



Al portal deslucido
de un hogar hecho sombras,
donde no juegan los niños,
donde un viejo gato engorda,
satisfecho de mimos,
su pereza redonda;
silenciosamente me arrimo,
cual si fuera un fantasma,
bajo los tentadores racimos
de la retorcida parra.

"¿Dónde está? ¿Dónde ha ido?"
Mi respiración se agita.
"¡Qué importa si hago ruido!"
-¿Dónde estás abuelita?
¡Que para poblar de risas
tu ancianidad he venido!
¡Yo sabía que arrancando quejas vanas,
bajo el alero de siglos,
en la mecedora estabas!

-Déjame contemplarte absorta,
navegar por las blancas ondas
de tus finísimos cabellos cortos,
hundirme en tu arrugada mirada
y ver en el azul de tus ojos
el resplandor de un cielo glorioso.

Déjame llenarte de mimos,
y escucharte hablar de los tiempos hermosos
cuando mi padre era, como yo, un niño...











Mirta López de Eisenkölbl

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.