lunes, 30 de mayo de 2011

BODAS DE PLATA

esposos




















Veinticinco años han pasado
Desde aquel diciembre dorado
En que dos cándidas almas,
Con amor y divina esperanza,
Vinieron ante el altar del Señor
Para que Él haga uno, de los dos,
Y derrame sobre ellos su bendición.

Y en aquella dichosa jornada,
Ambos unieron sus manos como ramas
Que se irguieron cual frondosa planta
Que abre sus brazos al cielo,
Para guarecer bajo ellos
A los hijos que Dios quisiera darles,
Y a todo aquel que se ampare
Bajo la calidez de su techo.

¡Qué bueno es Dios que los guió
Para que unieran sus vidas!
Pues así más dulce el mundo hacía
Al expandir su gran amor,
A través de la fiel devoción
Que estos novios se tenían,
y que no retuvieron sólo para ellos,
sino que sin reservas la dieron
a quienes necesitados creyeron.

Hoy nosotros, sus hijos,
Venimos ante el altar de nuestro Dios a agradecer
Que en su amor los haya unido,
Y que así nos haya provisto
De unos padres ejemplares;
Que en su gracia los haya guardado,
Y que hacia sí los haya conducido
Para a ellos y a nosotros salvarnos
Por la sangre de Jesucristo.

Y para rogarle, finalmente,
Que su gran amor este día renueven,
Como aquel diciembre dorado
En que sus ojos enamorados
Sólo el uno al otro podían verse.
Y que en esta bella unión
Dios se glorifique a sí mismo,
Al demostrar que su voluntad
es la felicidad de sus hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.