martes, 20 de septiembre de 2011

La escuela de noche


La escuela ha quedado sola
De rumores y esperanzas,
Sola de luz y alegría,
Sola de penas y lágrimas.
Duerme su sueño tranquilo
El silencio de las aulas,
No hay risas en los pasillos,
Ha callado la campana.
La luna cuela, curiosa,
Sus rayos por las ventanas,
Se pasea por los bancos
E ilumina las pizarras.
El viento mueve unas hojas
Que quedaron olvidadas;
La cuerda de la bandera
Golpea el mástil y canta.
Qué sola queda la escuela
De noche, cuando descansa;
Sola de risas y voces,
Caramelos y manzanas…
Héctor Cucuzza

jueves, 15 de septiembre de 2011

Oda al Diccionario


…Diccionario, no eres
Tumba, sepulcro,féretro,
Túmulo, mausoleo,
Sino preservación,
fuego escondido,
plantación de rubíes,
perpetuidad viviente
de la esencia,
granero del idioma.
Y es hermoso
recoger en tus filas
la palabra
de estirpe,
la severa
y olvidada
sentencia,
hija de España,
endurecida
como reja de arado,
fija en su límite
de anticuada herramienta,
preservada
con su hermosura exacta
y su dureza de medalla.
O la otra
palabra que allí vimos
perdida.
Entre renglones
y que de pronto
se hizo sabrosa y lisa
en nuestra boca,
como una almendra
o tierna como un higo…

Pablo Neruda

Letras



Has aprendido a conocer las letras
y vas con ellas a formar palabras.
Hijo, las letras, en su oscura tinta
llenas están de luz. Mira: las unes
leyendo gato… lobo… rana… mula…
y ves abrir al lobo de los cuentos
la enorme y negra boca; relamerse
con egoísta fruición al gato;
ves a la rana súbita en cuclillas
dispuesta al brinco; y al a fuerte mula
tirar del carromato estrepitoso.
Todo se anima en ti. Son alas
de tu imaginación las letras. Oyes
al descifrarlas, resonar en torno
la armonía del mundo. Mira, hijo,
todo lo dicen unas cuantas letras.
Ya sabrás, ya sabrás cuando la vida
te lleve por sus ásperos caminos,
que unas letras, AMOR, lo inician todo;
que todo para en unas letras: MUERTE.
  

Enrique Diez Canedo

La maestra rural



La maestra era pura.
“Los suaves hortelanos”, decía,
“de este predio, que es predio de Jesús,
han de conservar puros
los ojos y las manos,
guardar claros sus óleos,
para dar clara luz”.
La maestra era pobre.
Su reino no es humano.
(Así en el doloroso sembrador de Israel).
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!
La maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!
Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad.
Por sobre la sandalia rota y enrojecida,
era ella la insigne flor de su santidad.
¡Dulce ser! ¡En su río de mieles, caudaloso,
largamente abrevaba sus tigres el dolor!
Los hierros que le abrieron el pecho generoso
más anchas le dejaron las cuencas del amor:
¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía
el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor
del lucero cautivo que en sus carnes ardía;
pasaste sin besar su corazón en la flor!
Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste
su nombre a un comentario brutal o baladí?
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste,
y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti.
Pasó por él su fina, su delicada esteva,
abriendo surcos donde alojar perfección.
La albada de virtudes de que lento se nieva
es suya, Campesina, ¿no le pides perdón?
Daba sombra por una selva su encina hendida
el día en que la muerte la convidó a partir:
Pensando en que su madre la esperaba dormida,
a La de Ojos Profundos se dio sin resistir:
Y en su Dios se ha dormido, como en cojín de luna;
almohada de sus sienes, una constelación;
canta el Padre para ella sus canciones de cuna
y la paz llueve largo sobre su corazón.
Como un henchido vaso, traía el alma hecha
para dar ambrosía de toda eternidad;
y era su vida humana la dilatada brecha
que suele abrirse el Padre para dar claridad.
Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta
púrpura de rosales de violento llamear:
¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta
las plantas del que huella sus huesos, al pasar!

Gabriela Mistral

Habla la maestra



Llego a la escuela todos los
días renovada en mi alma la flor del
cariño a mis alumnos. Dejo en la
puerta de entrada, como se deja el
polvo de la calle, toda la angustia, el
pesimismo que pudiera tener:
Y entro, llena el alma de la
blanca luz del optimismo sano que
vierto como la bendición sobre la
cabecita de mis alumnos.
Y siempre, siempre prefiero
llegar a su corazón antes que a su
cerebro, porque el cerebro pueden
llenarlo cuando grandes, en la vida,
ellos mismos estudiand, pero el
corazón, si no se llena cuando es
tierno, queda vacío para siempre.

Herminia Brumana

Los pollitos





Como en la clase,

como en la escuela,
parecen niños
con la maestra.
Va la gallina con los pollitos.
son tan redondos, tan redonditos,
tan afelpados, tan amarillos
como las flores del espinillo.
Todo lo miran y picotean;
luego se esparcen listos y alegres,
mas si los llama la madre, acuden
como los chicos más obedientes.
Como en la clase,
como en la escuela,
parecen niños
con la maestra.
Fernán Silva Valdés

Madre-Maestra




Dos mujeres se hermanan
en la dulce tarea:
una crea y modela,
otra guía y enseña.
Por eso al nombre madre,
que con unción pronuncio,
siempre uno el de maestra
como su eco más puro.
Y eso eres tú: el eco
De la sabiduría.
La experiencia de siglos
vuelta lección sencilla.
Amor hecho ternura,
dolor hecho consejo.
la esperanza de cielo
resumida en un rezo.
Todo tu ser trasunta
sencillez y modestia:
cándida como el hábito
tu palabra, maestra.
Te concibo cual santa
sin edad definida
y sólo sé, por eso,
nombrarte: señorita.
A través de los años
tu imagen bienamada
sonreirá siempre fresca
tutelando la infancia.
Y si hoy, tímidamente,
con cariño te beso,
con reverencia, entonces,
besaré tu recuerdo.

Elsa Felder

El maestro de escuela




…Los maestros de escuela son, en nuestras
sociedades modernas, esos artífices obscuros a
quienes está confiada la obra más grande que
los hombres pueden ejecutar; a saber: terminar
la obra de la civilización del género humano,
principiada desde los tiempos históricos en tal
o cual punto de la tierra, transmitida de siglo en
siglo de unas naciones a otras, continuada de
generación en generación en una clase de la
sociedad, y generalizada sólo en este último
siglo en algunos pueblo adelantados a todas
las clases y a todos los individuos.
… El maestro no inventó la ciencia ni la
enseñanza; acaso no la alcanza sino en sus
más simples rudimentos; acaso la ignora en la
magnitud de su conjunto; pero él abre las
puertas cerradas al hombre naciente y le
muestra el camino; él pone en relación al que
recibe sus lecciones con todo el caudal de
conocimientos que ha atesorado la humanidad.
…El maestro de escuela, al poner en manos
del niño el silabario, le constituye en miembro
integrante de los pueblos civilizados del mundo,
y le liga a la tradición escrita de la humanidad,
que forma el caudal de conocimientos con que
ha llegado, aumentándolos de generación en
generación, a separarse irrevocablemente de la
masa de la creación bruta.
…El juez castiga el crimen probado, sin
corregir al delincuente; el sacerdote enmienda
el extravío moral, sin tocar la causa que lo hace
nacer ; el militar reprime el desorden público,
sin mejorar las ideas confusas que los alimentan
o las incapacidades que los estimulan. Sólo el
maestro de escuela, entre éstos funcionarios
que obran en la sociedad, está puesto en el lugar
adecuado para curar radicalmente los males
sociales. Él está puesto en el umbral de la vida,
para encaminar a los que recién van a lanzarse
a ella.
D.F.SARMIENTO

martes, 13 de septiembre de 2011

Tránsito del maestro


En qué región inédita y callada

Está tu voz antigua, ya dormida,

En qué playa sin nombre y desmedida

Yace tu barca azul desmantelada.

En qué aula celeste de la nada

Das tu clase de estrellas florecida,

A qué ángeles de faz amanecida

Dices tu geometría enamorada.

Maestro. Amigo. Padre. Cabalmente

Eres ahora el imposible ausente

En nuestro corazón adolorido.

Porque al llamar tu nombre

Iluminado,

Derramando tu luz a nuestro lado

Se rompe como un cántaro el olvido.

César López Ocón

El corro luminoso


Corro de la niñas,

corro de mil niñas

a mi alrededor:

¡oh, Dios, yo soy dueña

de este resplandor!

En la tierra yerma,

sobre aquel desierto

mordido de sol,

¡mi corro de niñas

como inmensa flor!

En el llano verde

al pie de los montes

que hería la voz,

¡el corro era un solo

divino temblor!

En la estepa inmensa,

en la estepa yerpa

de desolación

¡mi corro de niñas

ardiendo de amor!

En vano queréis

ahogar mi canción:

¡un millón de niños

la canta en un corro

debajo del sol!

En vano queréis

quebrarme la estrofa

de tribulación:

¡el corro la canta

debajo de Dios!

Gabriela Mistral

jueves, 8 de septiembre de 2011

Himno a Sarmiento







Fue la lucha tu vida y tu elemento,
la fatiga, tu descanso y calma;
la niñez, tu ilusión y tu contento,
la que al darle el saber, le diste el alma.


Con la luz de tu ingenio iluminaste
la razón, en la noche de ignorancia.
Por ver grande a la Patria tú luchaste
con la espada, con la pluma y la palabra.En su pecho, la niñez de amor un templo
te ha levantado y en él sigues viviendo,
y al latir, su corazón va repitiendo:
"¡Honor y gratitud al gran Sarmiento!
¡Honor y gratitud! ¡Y gratitud!
"


¡Gloria y loor! ¡Honra sin par
para el grande entre los grandes,
padre del aula, Sarmiento inmortal!
¡Gloria y loor! ¡Honra sin par!

Autor: L. Corretjer

martes, 6 de septiembre de 2011

Estaba la Catalina




Estaba la Catalina sentada bajo un laurel,
mirando la frescura de las aguas al caer,
de pronto pasó un soldado y lo hizo detener:
-¡Deténgase usted soldado, que una pregunta le voy a hacer!
¿Usted ha visto a mi marido, en la guerra, alguna vez?-

-Yo no he visto a su marido, ni tampoco se quién es.

-Mi marido es alto y rubio, tan buen mozo como usted,
y en la cinta del sombrero lleva escrito en francés.

-Por los datos que me ha dado, su marido muerto es,
y me ha dejado dicho que me case con usted.-

-Eso sí que no lo hago, eso sí que no lo haré.
He esperado siete años y otros siete esperaré.
Si a los catorce no viene a un convento yo me iré,
y a mis dos hijas mujeres conmigo las llevaré,
y a mis dos hijos varones a la Patria entregaré...

-Calla, calla, Catalina. Calla, calla de una vez,
que estás hablando con tu marido y no lo supiste reconocer.

Y así se termina la historia de una pobre, infeliz mujer,
que hablando con su marido, no lo supo reconocer.