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miércoles, 12 de noviembre de 2014
Laetitia (Alegría)
Con tu sonrisa embelleces
y haces tus quince lucir;
te lo habrán dicho mil veces:
blanco pimpollo pareces
que se comienza a entreabrir.
Sobre tu seno palpitan
no sé qué lumbres dudosas;
cuando tus formas se agitan,
a respirarlas incitan
como un manojo de rosas.
En tu infantil hermosura,
llena de vivos sonrojos,
hay tal hechizo y frescura,
que hasta la luz es más pura
en el cristal de tus ojos.
Cuando caminas, tu traje
hace susurro de espumas;
y, por rendirte homenaje,
de tu sombrero en las plumas
canta la brisa salvaje.
Los que te miran pasar
con esa audacia triunfante
y esa sonrisa sin par,
juran, al ver tu semblante,
que tú no sabes llorar.
Juran verdad. ¡Pues mejor!
¡Fuera pesares y engaños,
y no contraiga el dolor
esos dos labios en flor
donde sonríen quince años!
Rafael Obligado
jueves, 12 de septiembre de 2013
Las personas se van

Las personas entran y salen de tu vida,
Como nubes blancas, como golondrinas,
Llenan de su singularidad tus días
Y luego parten dejando gran herida…
Las personas vienen y van,
Son rostros en tus recuerdos,
Son una inspirada frase que siempre germina
En algún profundo surco del cerebro…
Son una blanca y tibia sonrisa
En tus retinas cansadas,
Un cálido abrazo, una caricia,
El sacrificio inmenso del alma
Que junto a la tuya está apegada…
Las personas vienen y van,
Algunas no vuelven más…
Pero te dejan la bendita seguridad
De que en el Cielo las volverás a hallar…
Las personas vienen y van…
Y a veces… es tan difícil aceptar
El desarraigo del afecto,
La separación, el nunca más,
El quedarte sola, mirando el suelo,
Con un hueco que no puedes llenar…
Las personas vienen y se van…
Un día también llegará
Cuando tú misma seas hueco en otra vida,
Y de ti solamente dependerá
Que te lloren o que te quieran echar,
Porque todas, todas las personas,
Vienen y siempre, pero siempre, se van…
Mirta de Eisenkölbl
sábado, 27 de octubre de 2012
La Señora de las Navidades
LA SEÑORA DE LAS NAVIDADES
En memoria de Adela Hacker Eisenkölbl
4-agosto-2012
Si alguien simbolizaba una exquisitez culinaria, esa era Adela. Ella le daba el toque a los eventos y las cosas, cuando de comida se trataba. Su vida no había sido fácil. Había sufrido muchísimos sinsabores y limitaciones económicas, pero Dios le había dado un gran motivo para vivir: su hijo Carlitos. Por él luchó, para él vivió, todo lo hacía por él. Así que, aunque tuviese a la mano un puñado de harina, sal y algo de aceite, ella se las ingeniaba para hacer algo realmente sabroso. No había barreras para Adela… Tenía un temperamento difícil. Y es que así son todas las personas con capacidades excepcionales. Cuesta entenderlas, cuesta compartir con ellas, pero cuando tienes la suficiente hondura de alma y te das cuenta del valor de las personas, minimizas lo que los demás agrandan, ignoras lo que a los demás alejan y entras en el mundo de las grandes personas, cerrado para muchos, enriquecedor como pocos. Mi vida fue enriquecida con la vida de Adela. Ella había sido amiga íntima de mi suegra. Sabía de ella secretos velados para la mayoría, por eso, cuando murió dejando ocho hijos, Adela los acogió y les dio el amor de madre que necesitaban. Con sus escasos recursos hizo lo posible por alegrar la vida de los que amaba, por eso ellos la recuerdan como “la señora de las Navidades”. No podía pasar una Navidad sin las deliciosas y variadas galletitas de Adela. Galletitas de anís, galletitas de coco, ¡galletitas de jengibre! (¿Tendré la dicha de probar nuevamente esa exquisitez?)… Adela sabía amar… Aunque su extremo sentido de la realidad, con toda su crudeza, espantaba a muchos, uno podía leer en sus preguntas formuladas casi como al descuido, en la atención que le ponía a las cosas, en el interés súbito que manifestaba, su amor y su preocupación. Yo la entendía… era mi amiga… sabía obviar sus respuestas irónicas, callaba ante sus justos reclamos, la cubría con lo que necesitaba: el abrazo afectuoso de una hija, el “te quiero” sincero en el momento oportuno. Adela era como la suegra que nunca tuve y que (contra lo que muchas de las mujeres desean) siempre quise tener… Adela Hacker Eisenkölbl era el archivo más grande que teníamos de la historia de los Eisenkölbl. Era mi sueño compartir madrugadas con ella tomando mate y escribir lo que sabía. Pero la vida pasa inexorablemente y te hace pagar lo que no hiciste a tiempo. Ahora el libro se cerró y toda su riqueza quedó guardada para siempre jamás. Los Eisenkölbl perdieron muchísimo con su partida… Mi hija de diez años dijo: “Mamá, quiero que sepas, que aunque pasen los años, nunca, nunca tendré otra tía mejor que la tía Adela…” Pero también agregó: “¿Sabes qué es lo malo de todo? Que después que te mueres, y el tiempo pasa, te olvidas del rostro de las personas, te olvidas de cómo eran en su interior…” Es una realidad amarga. Pero hoy es hoy, y el mañana es lejano e incierto. Hoy quiero recordar a esta gran mujer y expresar lo que siento para que, cada vez que la recuerde, este momento vuelva fresco y nítido a mis pensamientos y mi sentir. Adela se ha ido, pero… ¡la volveré a encontrar en los Cielos! Porque ella tuvo la suficiente inteligencia de reconciliarse con Dios por Jesucristo, cuando aún era tiempo. Por eso, aunque la partida sea traumática y sumamente dolorosa, como todas las partidas a la inmortalidad, queda el suave y consolador perfume de la inefable palabra divina que asegura: “el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Voy a extrañar a Adela… ¡Cómo la voy a extrañar! Con el cariño de una casi hija, Mirta López de Eisenkölbl
Si alguien simbolizaba una exquisitez culinaria, esa era Adela. Ella le daba el toque a los eventos y las cosas, cuando de comida se trataba. Su vida no había sido fácil. Había sufrido muchísimos sinsabores y limitaciones económicas, pero Dios le había dado un gran motivo para vivir: su hijo Carlitos. Por él luchó, para él vivió, todo lo hacía por él. Así que, aunque tuviese a la mano un puñado de harina, sal y algo de aceite, ella se las ingeniaba para hacer algo realmente sabroso. No había barreras para Adela… Tenía un temperamento difícil. Y es que así son todas las personas con capacidades excepcionales. Cuesta entenderlas, cuesta compartir con ellas, pero cuando tienes la suficiente hondura de alma y te das cuenta del valor de las personas, minimizas lo que los demás agrandan, ignoras lo que a los demás alejan y entras en el mundo de las grandes personas, cerrado para muchos, enriquecedor como pocos. Mi vida fue enriquecida con la vida de Adela. Ella había sido amiga íntima de mi suegra. Sabía de ella secretos velados para la mayoría, por eso, cuando murió dejando ocho hijos, Adela los acogió y les dio el amor de madre que necesitaban. Con sus escasos recursos hizo lo posible por alegrar la vida de los que amaba, por eso ellos la recuerdan como “la señora de las Navidades”. No podía pasar una Navidad sin las deliciosas y variadas galletitas de Adela. Galletitas de anís, galletitas de coco, ¡galletitas de jengibre! (¿Tendré la dicha de probar nuevamente esa exquisitez?)… Adela sabía amar… Aunque su extremo sentido de la realidad, con toda su crudeza, espantaba a muchos, uno podía leer en sus preguntas formuladas casi como al descuido, en la atención que le ponía a las cosas, en el interés súbito que manifestaba, su amor y su preocupación. Yo la entendía… era mi amiga… sabía obviar sus respuestas irónicas, callaba ante sus justos reclamos, la cubría con lo que necesitaba: el abrazo afectuoso de una hija, el “te quiero” sincero en el momento oportuno. Adela era como la suegra que nunca tuve y que (contra lo que muchas de las mujeres desean) siempre quise tener… Adela Hacker Eisenkölbl era el archivo más grande que teníamos de la historia de los Eisenkölbl. Era mi sueño compartir madrugadas con ella tomando mate y escribir lo que sabía. Pero la vida pasa inexorablemente y te hace pagar lo que no hiciste a tiempo. Ahora el libro se cerró y toda su riqueza quedó guardada para siempre jamás. Los Eisenkölbl perdieron muchísimo con su partida… Mi hija de diez años dijo: “Mamá, quiero que sepas, que aunque pasen los años, nunca, nunca tendré otra tía mejor que la tía Adela…” Pero también agregó: “¿Sabes qué es lo malo de todo? Que después que te mueres, y el tiempo pasa, te olvidas del rostro de las personas, te olvidas de cómo eran en su interior…” Es una realidad amarga. Pero hoy es hoy, y el mañana es lejano e incierto. Hoy quiero recordar a esta gran mujer y expresar lo que siento para que, cada vez que la recuerde, este momento vuelva fresco y nítido a mis pensamientos y mi sentir. Adela se ha ido, pero… ¡la volveré a encontrar en los Cielos! Porque ella tuvo la suficiente inteligencia de reconciliarse con Dios por Jesucristo, cuando aún era tiempo. Por eso, aunque la partida sea traumática y sumamente dolorosa, como todas las partidas a la inmortalidad, queda el suave y consolador perfume de la inefable palabra divina que asegura: “el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Voy a extrañar a Adela… ¡Cómo la voy a extrañar! Con el cariño de una casi hija, Mirta López de Eisenkölbl
miércoles, 17 de agosto de 2011
Para una niña, en el Día de los Niños
sábado, 4 de junio de 2011
POR LOS QUINCE AÑOS DE UNA JOVEN CRISTIANA

Dulce Arami
En el cielo vasto
De la vida nuestra,
Eres como estrella
Que nos va mostrando,
Con la luz de Cristo,
Y un vivir muy digno,
¡Cuán bella es la joven
Que al mundo se opone!
Llevando por norte
el prometido Cielo,
y el agraciado porte
del que en su trayecto,
de la dulzura divina
es un fiel reflejo.
Sea tu hermosa vida,
Arami, la Dulce,
De inefable dicha,
De alcances cumbres.
Brilla, siempre brilla,
En el buen camino,
Donde el Padre guía
A obedientes hijos,
Para que rebose siempre
De gozo tu alma,
Y la satisfacción llene
Tus días de calma.
lunes, 30 de mayo de 2011
BODAS DE PLATA
Veinticinco años han pasado
Desde aquel diciembre dorado
En que dos cándidas almas,
Con amor y divina esperanza,
Vinieron ante el altar del Señor
Para que Él haga uno, de los dos,
Y derrame sobre ellos su bendición.
Y en aquella dichosa jornada,
Ambos unieron sus manos como ramas
Que se irguieron cual frondosa planta
Que abre sus brazos al cielo,
Para guarecer bajo ellos
A los hijos que Dios quisiera darles,
Y a todo aquel que se ampare
Bajo la calidez de su techo.
¡Qué bueno es Dios que los guió
Para que unieran sus vidas!
Pues así más dulce el mundo hacía
Al expandir su gran amor,
A través de la fiel devoción
Que estos novios se tenían,
y que no retuvieron sólo para ellos,
sino que sin reservas la dieron
a quienes necesitados creyeron.
Hoy nosotros, sus hijos,
Venimos ante el altar de nuestro Dios a agradecer
Que en su amor los haya unido,
Y que así nos haya provisto
De unos padres ejemplares;
Que en su gracia los haya guardado,
Y que hacia sí los haya conducido
Para a ellos y a nosotros salvarnos
Por la sangre de Jesucristo.
Y para rogarle, finalmente,
Que su gran amor este día renueven,
Como aquel diciembre dorado
En que sus ojos enamorados
Sólo el uno al otro podían verse.
Y que en esta bella unión
Dios se glorifique a sí mismo,
Al demostrar que su voluntad
es la felicidad de sus hijos.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Dedicatoria para quince años
Porque ha llegado para Ruth Gabriela
el tiempo del despertar a la vida,
De comenzar a soltar los rudimentos
con los que aprendió a caminar, a reír y llorar,
a tomar decisiones,
elevamos nuestros ojos al Cielo
para agradecer a Dios que nos dio tales dones
y rogar que nos conceda el inmenso privilegio
de ver a nuestra rosa, entre todos las flores,
en sabiduría, en gracia y en altura creciendo.
martes, 24 de mayo de 2011
Dedicatoria por tus quince años

¿Qué escribir en la dichosa tarjeta de invitación a una fiesta de quince años? He aquí una opción con dos variantes.
En el hito convencional de los 15 años,
Donde atrás queda la niñez querida,
Y se abre triunfalmente la senda de la vida
Hacia un trecho nuevo, fascinante y extraño,
Es nuestro deseo más hondo y sentido
que sea el temor de Dios el cimiento firme
sobre el que edifiques un futuro insigne,
pleno y fecundo, feliz y bendecido.
OTRO:
En el hito convencional de los 15 años,
Donde atrás queda la niñez querida,
Y se abre triunfalmente la senda de la vida
Hacia un trecho nuevo, fascinante y extraño,
Es el deseo de tus padres y hermanos
Que sobre el temor de Dios sigas construyendo
Porque sólo así tendrás un existir pleno,
Fecundo y felizmente realizado.
domingo, 19 de diciembre de 2010
A una niña
Los versos de este sencillo y bello poema son apropiados para dedicatorias.
¿Versos? ¡Y tienes diez y seis años!
Mira, los versos mejores son:
No tener penas ni desengaños,
Vivir esclavo de una ilusión.
Cantos alados, rimas inquietas
Desde tu seno vienen a mí;
Más que en la lira de los poetas,
Hay armonías dentro de ti.
Deja que vuele tu fantasía,
Pon en sus alas todo tu ser,
Que allí se encuentra la poesía
Donde va el alma de una mujer.
Nunca las bellas formas ligeras
Que los poetas hacen vivir,
Vierten la lumbre de esas quimeras
Que hay en el fondo del porvenir.
Duérmete y sueña. Mientras reposas,
Verás cuál vuelan en derredor,
Como un enjambre de mariposas,
Tus ilusiones de flor en flor.
Hay en la vida sólo una hora
De inexplicable santa embriaguez,
Y es cuando el alma como una aurora
Rompe las sombras de la niñez.
Se aclaran, brillan los horizontes;
Sienten las selvas vaga inquietud;
Florece el día sobre los montes:
Ama y palpita la juventud!
¡Santos delirios! De esos engaños
Huye vencida la inspiración:
Cuando se tienen tan pocos años,
No hay mejor lira que el corazón.
Rafael Obligado
1879
domingo, 16 de mayo de 2010
A UNA NIÑA

A UNA NIÑA
¿Versos? ¡y tienes diez y seis años!
Mira, los versos mejores son:
No tener penas ni desengaños,
Vivir esclavo de una ilusión.
Cantos alados, rimas inquietas
Desde tu seno vienen a mí;
Más que en la lira de los poetas,
Hay armonías dentro de ti.
Deja que vuele tu fantasía,
Pon en sus alas todo tu ser,
Que allí se encuentra la poesía
Donde va el alma de una mujer.
Nunca las bellas formas ligeras
Que los poetas hacen vivir,
Vierten la lumbre de esas quimeras
Que hay en el fondo del porvenir.
Duérmete y sueña. Mientras reposas,
Verás cuál vuelan en derredor,
Como un enjambre de mariposas,
Tus ilusiones de flor en flor.
Hay en la vida sólo una hora
De inexplicable santa embriaguez,
Y es cuando el alma como una aurora
Rompe las sombras de la niñez.
Se aclaran, brillan los horizontes;
Sienten las selvas vaga inquietud;
Florece el día sobre los montes:
Ama y palpita la juventud!
¡Santos delirios! De esos engaños
Huye vencida la inspiración:
Cuando se tienen tan pocos años,
No hay mejor lira que el corazón.
Rafael Obligado
1879
jueves, 11 de febrero de 2010
Amistad

Descripción: este en un poema para dedicarselo a un amigo entrañable
Nos conocemos y tratamos de caernos bien
Necesitamos a alguien que nos acompañe
Que ría y llore con nosotros también.
Que nos de consejos que parezcan soluciones del cielo
Y poderles confiar
Nuestros más profundos secretos.
Comparten nuestros buenos momentos
Poniéndose por nosotros contentos.
Porque ellos con nosotros siempre están
Si son amigos de verdad.
Es la relación más compleja
Pues nos somos mucho más fieles que una pareja
Todo nos contamos
Y compartimos más cosas que con nuestros hermanos.
A veces nos peleamos por unos minutos
Horas, días, semanas, años
Y a veces jamás volvemos
A estar juntos.
Por eso perder una amistad
Es lo peor que nos puede pasar.
Es difícil hacer nuevos amigos
Por que con los perdidos
Hubo muchos momentos compartidos.
También nos entra temor
¿Y si esta amistad fracasa como la anterior?
Qué podemos hacer
Para mejores amigos ser.
Y qué no repetir
Para no volver a sufrir.
Autor desconocido
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