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miércoles, 29 de junio de 2011

Juramento a la bandera paraguaya

banderas paraguayas
¡Salud hermosa bandera de mi Patria amada! En este día venimos a depositar bajo tu sombra, a fin de que ondees siempre bella y triunfante, adondequiera te lleve la fuerza del destino.
Compañeros: ¿Queréis que el rojo de nuestra bandera sea siempre el símbolo de la gloria, que evoque el deber de todo paraguayo, de verter su sangre en defensa de la integridad e independencia de nuestra Patria?
Alumnos: ¡Sí, lo queremos!
¿Queréis que el blanco de nuestra bandera sea siempre evocadora de paz y confraternidad en el horizonte de nuestra Patria?
Alumnos: ¡Sí, lo queremos!
¿Queréis que el azul de nuestra bandera sea siempre evocador de grandeza como el cielo de nuestra Patria?
Alumnos: ¡Sí, lo queremos!
¿Queréis, en fin, que esta tricolor bandera sea siempre evocadora de paz y de justicia, de prosperidad y bienestar?
Alumnos: ¡Sí, lo queremos!
Pues bien, juremos en este día memorable que la amaremos eternamente y la defenderemos con todo el fervor y entusiasmo de nuestros corazones y con toda la energía de nuestros brazos.
Todos (levantando el brazo derecho hacia el frente): ¡Sí, lo juramos!

martes, 21 de junio de 2011

La sesión del 9 de julio de 1816

casa de Tucumán
Tres días después de aquel en que Belgrano expuso en sesión secreta su pintoresco proyecto de monarquía incaica, el 9 de julio de 1816, se reunió el Congreso a las ocho de la mañana para tratar la declaración solemne de la independencia, en sesión pública, que duró nueve horas consecutivas. Con profunda alegría y optimismo el doctor Darregueira comunicaba esa misma noche al general Guido: "Hemos salido del Congreso cerca de oraciones con la satisfacción de haberlo concluído y resuelto a unanimidad de votos, nemine discrepante, en favor de la suspirada independencia que se ha celebrado aquí como no es creíble; pues la barra, todo el gran patio y calle del Congreso han estado desde el mediodía llenos de gente, oyendo los que podían los debates, que sin presunción puedo asegurar a usted que han estado de lo mejor".

Así, desde la modesta casa de Tucumán, en una de las horas más tormentosas de la revolución emancipadora, se proclamó a la faz del mundo, como un valiente desafío, la independencia de esta nueva nación. Y con el acento del que está bajo la influencia de un ensueño irrealizable, el redactor del Congreso escribió ese día glorioso para nosotros: "¿Conque es verdad que somos libres?" ¡Ah! Qué cosa pudo sobrevenirnos más interesante y lisonjera. Si tiempo atrás algún sabio preciado de político hubiera anunciado posible este raro acontecimiento, habría sido escuchado como un fabulista aventurero o un soñador antojadizo... ¡Unión, americanos; no perdamos por nuestras discordias esta preciosa joya que nos vino de lo Alto!"

Recordemos estas palabras a los argentinos dispuestos, hoy como ayer, a defender con su vida la tradición nacional y la patria contra los que pretendan destruirla o desnaturalizarla.

Carlos Ibarguren
(De "En la penumbra de la Historia Argentina, 1950)

Carlos Ibarguren (1887-1956). Escritor argentino, nacido en Salta. Singular relieve tienen sus estudios históricos y sus obras literarias, no sólo por la seriedad de la documentación sino por la elegancia de su estilo.
Algunas de sus producciones son: "De nuestra tierra", "Manuelita Rosas", "Juan Manuel de Rosas", "En la penumbra de la Historia Argentina".

jueves, 26 de mayo de 2011

MADRE

madre cuidando a su hijo enfermo

Este escrito en prosa contiene verdades trascendentes respecto a la madre. Es muy indicada para ser leído durante los festejos del Día de la Madre.

¡MADRE!


Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud; una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud; una mujer que siendo vigorosa se estremece con el vagido de un niño y siendo débil se reviste a veces con la bravura del león, una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios…

De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar en mi camino.

Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página, y ellos, cubriendo de besos vuestra frente os dirán que un humilde viajero en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí, para vos y para ellos, un boceto del retrato de su MADRE.


RAMÓN ÁNGEL JARA
Obispo chileno y canónigo argentino

domingo, 29 de agosto de 2010

HOMBRE FELIZ

hombre contento

"Imagen del hombre feliz" es una reflexión que hallé en un libro alguna vez y que creo puede incorporar algún elemento más para enriquecer la vida de la persona que desea superarse.

¿Cómo es el hombre feliz?

Ciertamente no podemos confundirlo con el exaltado, Ni con el optimista insensato ni con el fanático, ni con el tonto conformista.

El hombre feliz es aquel que, en primer lugar, se siente hombre, es decir, vive en toda su plenitud su dignidad humana.

Es aquel que tiene fe en sí y en la obra que realiza, a la que no compara con las de los demás sino con la de sí mismo.

El hombre feliz es aquel que cada día renueva su tarea con la serenidad eficiente de quien no teme ni la vida ni la muerte.

Es el que ha desarrollado un carácter flexible y sin embargo inquebrantable, como el acero.

El hombre feliz es aquel que también sabe crear, con su ejemplo, paz, confianza y bienestar en su derredor.

El hombre feliz es el que:
Estudió para saber.
Supo para hacer.
Hizo para valer.
Valió para servir.
Sirvió para merecer vivir feliz.

Mira y López, “Problemas psicológicos actuales” (3º edición, Buenos Aires, 1947, pág. 163)

domingo, 21 de febrero de 2010

UN PUEBLO HEROICO

Este fragmento extraído del libro "Guerra del Paraguay. Acción y reacción de la Triple Alianza", del historiador argentino Ramón J. Cárcano, relata con crudeza dramática el coraje del pueblo paraguayo durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870).
Sus expresiones son apropiadas para ser incorporadas como glosas en el Programa de Homenaje por el "Día de los Héroes", que en Paraguay se celebra todos los primeros de marzo.

"Si existe gloria en el heroísmo, en el Paraguay está la gloria.
En el panorama movido del conjunto de la guerra no se destacan y dominan los aliados con su ciencia militar, con sus generales y estrategas, sus tropas aguerridas, su valor legendario, la abrumadora superioridad de hombres y recursos. Dominan la temeridad y sacrificio del pueblo paraguayo convertido en soldado, el sentimiento intenso de la patria inviolable, la abnegación absoluta, la resistencia incoercible. Los prisioneros se escapan para volver a pelear. Pelean sin armas, al abordaje, cuerpo a cuerpo, desnudos, extenuados por el hambre y las pestes. Son muertos, pero nunca vencidos. Están las ciudades y los campos desiertos, los cadáveres insepultos, la población desesperada en las selvas. Son formas distintas y terribles de la resistencia. Nadie procura salvarse ni salvar nada. Todo es protesta, combate y sangre. Es un frenesí, una fiebre, un incendio, las llamas de Moscú. Nada para el enemigo.
Fuera de este pequeño país no hay mayor inmolación ni heroísmo en la historia humana. Falta el poeta que cante la epopeya."

Ramón J. Cárcano

LA NOCHE ANTES

Fragmento de la obra del argentino Martín de Goycochea Menéndez, que puede ser utilizado como base para representaciones escolares en actos alusivos al Día de los Héroes en la República del Paraguay. Muy apropiado para niños del 2º al 4º grado.
El texto encierra los sentimientos más hondos, graves y trágicos que podrían acometer a los que se preparaban para morir en la última batalla de una guerra que duró cinco largos años (La Guerra de la Triple Alianza: Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay). Este sentir debe ser transmitido, al expresarse oralmente, con la inmensa riqueza de entonación que contiene y pronunciando cada palabra con claridad y firmeza o melancolía (según lo indique el contexto). Se presta también a que se incluya, como fondo del primer párrafo del relator (identificados en negrita), sonidos de seres nocturnos como lechuzas, grillos, o gruñidos y aullidos, dando la idea de la muerte que se aproximaba lenta e inexorablemente.

En medio de la calma de aquella noche de marzo, el mariscal revistaba su ejército. Como una vaga pincelada blanca se perfilaban las líneas de los cuerpos, prolongándose en la penumbra triste y suave, llena de rumores, en los cuales parecía desleírse toda la melancolía de las almas y de las cosas.

‑ ¡Soldados del 14! –Dijo el mariscal‑. ¡Cuatro pasos al frente!

Y avanzaron quince hombres, semidesnudos, con el fusil terciado, la frente altiva. El guerrero los contempló un momento, y luego ordenó:

-¡Soldados del 43, a revistarse!

Cuatro hombres se destacaron de la línea. No quedaban más. Los cuatrocientos que faltaban al regimiento dormían el buen sueño de la calma infinita en el fondo de los esteros, bajo las ruinas de los pueblos, entre los fosos de las trincheras.

Aquellos cuatro hombres se perfilaban entre la noche, firmes, solemnes, rígidos.

‑¡Soldados del 40, a la orden de revista! –mandó aquel amo de pueblos.

Y sólo le respondió la noche, con los vagos sollozos de la selva...



Martín de Goycochea Menéndez