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martes, 8 de noviembre de 2011

Palabras al cielo


Dios mío que no me fallen las fuerzas,
ésas que por ventura tú me diste,
que esta senda que hoy se me hace estrecha
me enseñe a soportar con amor, como Tú lo hiciste.
Que ésta incertidumbre que en mi pecho habita
me enseñe a ser mejor cada mañana,
y que la forma despiadada con la que mi alma lastiman
descubra en mí la comprensión que nunca me fue dada.
Oh mi Señor del alma!
si supieras cómo te imploro!
... si mis cinco sentidos se pierden con mi mirada!
Si supieras que con las lágrimas de mis ojos
riego en súplicas mis marchitas esperanzas.
Te llamo Padre, de día, de noche, a ratos te busco enloquecida,
de dolor, de amarguras, de tantas penas escondidas
y es tanta la locura de mi búsqueda
que al no encontrarte me siento vencida.
Siento que en mis súplicas te llevas mi corazón en pedazos,
siento la sangre golpear incompasiva mis mis venas,
quisiera llegar hasta tí y pedirte llorando
esa felicidad que el mundo me niega...
No sé cómo rezar, qué hacer para que me oigas,
sé que eres mi Amigo, que estás junto a mí,
pero ellos... ellos no lo saben, ellos no razonan!
Mis pobres fuerzas se derrumban ante tamaño desoír...
Padrecito del alma, si pudiera contigo conversar,
sabría entonces que no he estado equivocada,
gritaría al mundo que con su perversidad
nuestro gran amor no sufrió ni una estocada.
Dime Padre mío, lo que necesito escuchar,
dícelo a ellos, que así rompan su necedad...
Ay! si Tú no puedes hablar, estás tan distante de la maldad,
te hallas en las cosas buenas, Tú eres bondad!
y ellos no la conocen, ni la conocerán.
Desdicha la mía, lucho en soledad,
más sé Tú mis armas, mi fortaleza,
mi enorme caudal, de fe, de esperanzas,
entonces verás, nadie nos vencerá!

Mirta de Eisenkölbl

martes, 1 de noviembre de 2011

Primer amor


Señor:
mi poema para tí, y con él toda mi vida.
Ser tu instrumento quisiera,
laboriosas manos en tu gran obra;
quiero ofrecerte este corazón que no olvida
que en la más triste hora,
sin mirar mis pecados, mis tropiezos,
perdón y amor, a manos llenas me ofrecías.
Cuando tus ojos santos sobre mí se posaron,
¿y quién era yo para semejante honor?
Los afanes del mundo me habían arrasado
y aún así, de misericordia se inflamó tu corazón.

Te quiero, Padre,
mis ojos, mi voz, tras de ti se van,
si mis pasos, hoy son firmes
y mi existencia de amor rebozante,
es porque comprendí que desde tu trono celestial
mucho antes que yo me amaste.

¿Cómo no darte mi corazón?
¿Cómo no sonreír y alabarte
si he recibido tu perdón,
si con tu preciosa sangre mi salvación compraste
y hacia ti tiernamente me guiaste?

¡Oh! ¡Qué grande es tu amor y qué humilde mi regalo!
Tan sólo un manojo de palabras hechas poesía...

Mirta López de Eisenkölbl

As.19.03.83

sábado, 27 de agosto de 2011

Oración del maestro cristiano

maestros de nivel inicial
Señor:
Tú que eres el único Maestro,
concédeme la gracia de ser, a ejemplo tuyo,
maestro para mis alumnos.

Haz que yo sea modelo
de amor, confianza y comprensión;
haz que yo sepa, con mi vida,
educarlos en la libertad,
y con sabiduría capacitarlos
para un auténtico compromiso
hacia los demás.

Haz que yo sea capaz de hablarles de ti,
y de enseñarles cómo hablar contigo.
Haz que ellos se den cuenta que son amados
y que yo sólo busco su verdadero bien.

Haz que mi amistad contigo
sea la fuente de mi amistad con ellos.

Jesús, Maestro,
gracias por haberme llamado a tu misma misión:
ser maestro.

Ana V. de Arce

Tu gloria, Padre

mirar el cielo

Tu gloria, mi Dios, tu gloria
mi mente no puede entender,
y, a decir verdad, de ella no hago memoria
hasta que me la das a conocer.


Así como un rayo esquivo,
tal conocimiento llega hasta mí,
y al considerarlo casi no respiro,
pues que entreveo tu majestad sin fin.


Y entonces mi espíritu cae mil veces
ante tu grandeza inconmensurable,
¡Señor, quisiera yo comprenderte,
saber por qué eres el único Ser adorable!


Yo sé que Tú lo llenas todo.
Que eres Luz, lo sé muy bien,
pero tu altura, mi yo de lodo
no puede hurgar, no sabe ver...


Muéstrame tu gloria, oh Padre,
para que ante ti, postrado mi espíritu ande
todo el tiempo que en esta carne
quieras en tu voluntad darme.



Mirta de Eisenkölbl

miércoles, 17 de agosto de 2011

Ser cristiano

culto evangélico

Ser cristiano es algo más
Que un simple rótulo distintivo
Que por ser tradicional
Adoptarlo se ha querido.

Hoy encuentro muchos seres
Que semejan a botellas,
Que títulos lucen en papeles
Sin ajustarse a lo que encierran.

¡Ser cristiano es tan alto!
¡Es el honor inmerecido
De pecadores que son santos
Por recibir a Jesucristo!

Es servir a un Rey
Que ha muerto… ¡Y está vivo!
¡Es dejar que gobierne Él
La nación del ego mismo!

Ser cristiano es ser de Cristo
La más cara pertenencia,
Es alabarle en cada respiro,
¡es la vida más perfecta!

¿Eres cristiano verdadero?
¿Has nacido nuevamente?
¡No verás el mundo venidero
Sin aceptar a Jesús conscientemente!

¡Y es fácil! “Cerca de ti está la palabra,
En tu boca y en tu corazón”;
Tan sólo esto es necesario que hagas:
¡Cree en Jesucristo como tu Salvador!

Mirta López de Eisenkölbl
31.05.86

domingo, 7 de agosto de 2011

Corazones que esperan

dos corazones


Corazón nacido blanco,
níveo papel sin borrón,
algún alma esperando
con una aguda visión
que lo escriba con sus actos
impregnados de amor,
que lo selle con el canto
de una muy sentida voz.

Corazón tornado negro,
en doliente luto sin fin,
esperando algún consuelo
de un terrenal serafín
que lo libre de este duelo
en que boga su vivir
por Aquél que es sólo bueno,
que lo amó hasta el morir.


Corazón ya redimido
del poder de la maldad,
autorizado, único testigo
del amor de la Verdad,
¿Acaso no has entendido
que por ti esperando están
el que estrena sus latidos
y el que anhela su cesar?

Mirta de Eisenkölbl

Detalles

mariposa sobre la flor

Este pequeño poema es un llamado de atención para el hombre y la mujer modernos, encandilados por las ofertas del materialismo y embretados por las exigencias de un tiempo acelerado. La autora hace notar que la perfección y la belleza están más cerca de lo que imaginamos y al alcance de cualquier persona. No hay por qué dejarlas pasar sin absorber de la exquisita sublimidad con la que pueden enriquecer nuestras vidas. ¿No?


Una mujer contemplaba admirada
cómo mudaba ante sí el paisaje,
y con trémula voz emocionada
habló a su compañera del pasaje:

-¿No es hermoso el bosquecillo de pinos
y el arroyo que se desliza salvaje?
-¡Bah! -contestóle ésta con gran desatino-
¿qué ves de lindo? ¡todos son iguales!

Así van por los vivientes caminos
disciplentes, desabridos mortales
que no pueden deleitarse en la rosa
porque siempre buscan los tulipanes,

los edenes de latitudes ignotas
que no son más que las flores del campo
cuyas simétricas perfectas formas
el genio de Dios van revelando.

Y no pueden tributar su hermosa
contemplación a lo sencillo y agreste,
con los que el alma sencilla se goza,
se enriquece, se aviva y reverdece.

Mirta López de Eisenkölbl