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miércoles, 6 de julio de 2011

El oso, la mona y el cerdo

oso bailarín
Un oso, con que la vida
ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza, ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona
dijo a una mona: "¿Qué tal?"
Era perita la mona
y respondiole: "¡Muy mal!"

Estaba el cerdo presente,
y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va!
¡Bailarín más excelente
no se ha visto ni verá!"

Echó el oso, al oir esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto,
hubo de exclamar así:

"Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar."

Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, ¡malo!
si el necio aplaude, ¡peor!

viernes, 1 de julio de 2011

Los dos conejos

dos conejos
Por entre unas matas,
seguido de perros
(no diré corría)
volaba un conejo.

De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: -Espera, amigo,
¿qué ocurre?

-Sin aliento llego...
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo.

-¿Por qué parte vienen?
¡Ah, sí, ya los veo!
Pero no son galgos...

-¿Pues qué son?

-Podencos

-¡Qué! ¿Podencos, dices?

-Sí, como mi abuelo.

-Son galgos y muy galgos;
bien vistos los tengo.

-Son podencos; vaya
que no entiendes de eso.

-Son galgos, te digo.

-Digo que podencos

En esta disputa,
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
lléense este ejemplo.

Tomás de Iriarte