miércoles, 6 de julio de 2011
El oso, la mona y el cerdo
Un oso, con que la vida
ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza, ensayaba en dos pies.
Queriendo hacer de persona
dijo a una mona: "¿Qué tal?"
Era perita la mona
y respondiole: "¡Muy mal!"
Estaba el cerdo presente,
y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va!
¡Bailarín más excelente
no se ha visto ni verá!"
Echó el oso, al oir esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto,
hubo de exclamar así:
"Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar."
Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, ¡malo!
si el necio aplaude, ¡peor!
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Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.