Hoy, que hay tiempo,
Te digo gracias,
por tu sonrisa,
por tu alegría,
por tu mano extendida
cuando todo se me hizo negro;
por lo que diste,
por lo que tengo
gracias a tu generosidad,
a tu abnegación,
a tu consuelo,
a tus consejos,
a tus silencios,
a esa paciencia divina
que todo lo cree,
y que sabe esperar
que las cosas vuelvan al cauce normal
para sabiamente juzgar…
Y aunque hoy estés lejos,
Y hayan pasado mil soles
Por este cielo nuestro,
Te diré que mi historia
Tiene mucho de ti,
Y esa es una verdad
Que jamás nadie podrá negar.
Hoy te digo gracias,
Aunque no lo escuches,
Aunque no lo creas,
porque hoy es el tiempo
de decir “te amo”,
este es el momento de perdonarnos,
este es el día de reconocer
que nada en el mundo tendrá el poder
de saldar una deuda que has olvidado
por el sentir hondo del hermano
que da sin pedir,
por el puro afecto del amor divino
que vive en nosotros por Jesucristo.
Para quienes han enriquecido con sus vidas mi propia vida,
con entrañable afecto,
Mirta de Eisenkölbl
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aprecio mucho su comentario. Cordialmente, Mirta Delia.